En este libro, la escritura de Luis Cardoza y Aragón, poeta y ensayista guatemalteco, se da cita con la obra pictórica de uno de los más grandes muralistas mexicanos: José Clemente Orozco. Sin ser precisamente una biografía -que para Cardoza y Aragón revelaría poco de lo esencial del artista-, y dejando de lado la explicación descriptiva y el análisis formal de las obras del pintor jalisciense, este escrito presenta una visión de su espíritu trágico, para entrar de lleno en el universo conceptual del dramatismo plástico orozquiano. A lo largo de este texto, lleno de imaginación y sabiduría, el lector podrá adentrarse en las formas ígneas, los colores, las fuerzas y las tensiones internas, el aliento trágico y la mezcla de drama y lirismo que caracterizaron a Orozco, de quien el autor dijo: "Es el pintor más grande que ha dado América. Las virtudes de los otros pintores mexicanos se hallan reunidas en él, gobernadas por su sinceridad y pasión. En él se suman las cualidades parciales de los demás. Su naturaleza es la más rica de todas, la más compleja y la más completa, ordenada con rigor y servida por acabada sabiduría del hombre y del artista".