Este libro es un divertimento. El juego consiste en provocar íntimos disparadores, inventar algo por hacer, decir, soñar, experimentar un asombro, percibir el desconcierto de una pregunta. Se trata de fabricar microscópicos acontecimientos, impulsos mínimos. Al ras de las cosas, jugando. Cada experiencia que se describe es realmente para ser llevada a cabo: usted podrá hacer durar el mundo 20 minutos; con otras vidas, repetirá la misma palabra hasta que pierda su sentido y se hincará a rezar las páginas de una vieja guía telefónica. Con humor surrealista, cada una de las 101 experiencias tiene una duración indefinida o indefinible, de cinco segundos o de toda la vida, interminable o de algunos minutos; el material necesario para cada una puede ser un cuadro, una ducha, un día feriado, un auditorio, un bosque o un hormiguero. El efecto podrá ser alentador o asombroso, desértico o canino o migratorio o revitalizante. Tómese un momento. Concéntrese en suprimir una emoción que lo perturba... El resultado puede ayudarlo a tomar la vida de otra manera o a revalorizar las emociones fuertes o, por qué no, a hacer un nuevo aporte a la filosofía. La intención de las '101 experiencias de filosofía cotidiana' podría caber en una entrevista express: -¿Adónde quiere llegar? -¡A donde usted vaya!