La química y la cocina son actividades que emplean intuición, imaginación y capacidad creadora; ambas se apoyan en el trabajo y los hallazgos de gran cantidad de personas que han sabido disfrutar y compartir el gozo de su actividad, y si bien el diario disfrute es incuestionable, cabe preguntarse por qué la química, como ciencia y como profesión, ha sido una actividad que ha despertado poco interés y entusiasmo entre los jóvenes. Entre las posibles respuestas, el autor cree que el enfoque disciplinario y la falta de ejemplos cotidianos llavan a una pérdida de curiosidad y de capacidad de asombro. Una de las formas en que se puede lograr el interés por la química es mostrando que tiene que ver con la vida de todos los días, como la cocina, pues una bien equipada tiene más de 200 reactivos químicos y emplea procedimientos semejantes a los de un laboratorio.