En KATSIKAS  Pedro B. Rey desarrollaba cinco relatos independientes de una perfección poco frecuentes que conocieron el halago unánime de público y crítica. En su obra siguiente, TRIESTE. Un Cuento, reaparece Katsikas en el Buenos Aires de 1977, interpelado por una historia de ciencia ficción que está escribiendo y que remite de una extraña forma a la atmósfera que se vive en el país, y las cartas que llegan con una periodicidad regular desde Trieste de Lilienthal, un enigmático personaje, escritor como él, a quien vio una sola vez en su vida. Este cuento de casi 170 páginas hilvana con exquisito humor y una erudición fuera de serie, con todas las historias que atravesaron el volumen anterior y también con otras que están por llegar, sin necesidad de conocer a unas y otras. Rey construye una suerte de magma literario, un proyecto demencial al que llama La Lira Argentina, a través de la cual propone un archipiélago narrativo de características únicas. Trieste funciona como la esfera de Pascal analizada por Borges: su centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna. Este carácter hace de la lectura una experiencia que suscita un sentimiento análogo al que provoca la especulación borgeana: una mezcla gozosamente incómoda de plenitud y de vértigo, una amable perplejidad.